Últimas noticias
Loading...

viernes, 8 de mayo de 2015

SORIA, EL ÚLTIMO PUEBLO ÍBERO

Hoy mi blog se dedicará a Soria. Soria es una ciudad y un municipio de España, capital de la provincia de Soria, situada en el este de la comunidad autónoma de Castilla y León. Su población es de 39.516 habitantes según datos del INE en 2014 representando el 42,85% de toda la provincia. El término municipal tiene una superficie de 271,77 km². Entró en la historia de la mano de los romanos. Sin embargo, en el actual cerro del Castillo se han descubierto restos de un asentamiento más antiguo supeditado, sin duda, a la existencia de Numancia. Bartolomé de Torres, en su Topografía de la ciudad de Numancia, asegura que el castillo de esta ciudad tomó el nombre de Oria de un caballero griego llamado Dórico, capitán de los dorios, que llegó a Soria desde Acaya. De esta noticia deducen algunos historiadores que los primeros pobladores de la actual Soria fueron los dorios. No obstante, nada a este respecto ha corroborado la arqueología y para otro grupo de expertos los primeros pobladores de Soria fueron los suevos, cuyos reyes, según Tutor y Malo en su Compendio historial de las dos Numancias, establecieron en ella una de sus cortes. Ambas hipótesis han caído en desuso con el paso del tiempo porque ningún documento las acredita de manera fidedigna. Parece lógico suponer que la palabra «Soria» deriva de dauria, a su vez derivada de daurius, es decir, Duero. A estas versiones, sobre el origen del nombre de Soria, se suman la de Pedro de Rúa, que deriva Soria de Sarra, nombre de la ciudad de Tiro, y de sarranos, sus moradores, de donde viene sorianos. En un libro de armas se narra que cuando Alfonso VII el Emperador reedificó Soria se descubrió una gran piedra con un signo grabado que recordaba a una «S», la cual se añadió al castillo de Oria y dio la actual voz Soria. En el año 869, en plena conquista árabe, Soria saltó de nuevo a las páginas de la Historia con motivo del levantamiento de Solimán ben Abús contra el emir de Córdoba que envió a su hijo, Al-Hakan, para sofocar el alzamiento. Según el profesor Guillermo Tejada Álamo[cita requerida], el nombre de Soria sería una palabra compuesta y sincopada de origen prerromano debida a la repoblación medieval, hacia finales de la Alta Edad Media o principios de la Baja, hecha por algún grupo de repobladores procedente del norte, seguramente del área vascófona (como en el caso de Garray), que se situó en el actual Mirón. Las palabras serían: So (que mira o mirador) y oria, de ur-a (río o corriente de agua), que seguramente es como se le conocía entonces, antes de ser sustituido por la palabra hermana, D(T)urio/a (fuente, y también río). Es decir, El Mirador (o El Mirón) del / al /o sobre el río, en este caso, el Duero-(En castellano romance, "Miranda del Río, o de(l) Duero"). Y se referiría a una especie de atalaya con un poblado que, a partir de la muerte del hijo de Almanzor, en el 1010, podrá bajar con más tranquilidad por la ladera hacia el valle del río y hacia el collado-(barranco en oblicuo en el lado derecho del valle, que dará lugar a un collado y paso hacia el Oeste)-; lo que daría origen a la Soria actual. Mi viaje comienza tras dejar el coche en la calle Alfonso VII, luego sigo por la calle Linajes donde me doy de cruces con la antigua universidad vigilada por una nueva fuente. La fachada de dicha universidad pertenece a la parroquia de San Francisco de Asís. Después de varias fotos, seguí por la avenida Duques de Soria hasta la calle Nicolás Rabal, donde se encuentra la entrada a la parroquia. Parroquia de San Francisco de Asís, según cuentan las crónicas, hay una piadosa tradición, que a su vez proviene de la Orden Franciscana, según la cual se atribuye la fundación de este convento al propio San Francisco de Asís. Cuando pasó por Soria en 1214, camino de Santiago de Compostela, salió un día a pasear por los alrededores y señaló, mediante la colocación de algunas piedras, el lugar exacto donde quería que se erigiese el nuevo edificio franciscano. Lo cierto que en muy poco tiempo se levantaba en aquel lugar un convento y en él se celebraba el segundo Concilio de la naciente orden franciscana. En alguno de sus nichos funerarios se dio sepultura a don Jaime IV, rey nominativo de Mallorca, hijo de Jaime III y rey consorte de Nápoles, tercer esposo de Juana I de Nápoles y Sicilia en 1375. En mayo de 1375, el infante heredero de la corona de Castilla Juan I de Castilla se casó con Leonor, hija de Pedro IV de Aragón el Ceremonioso, precisamente, según Zurita, en esta iglesia, en el mismo recinto donde se acababa de enterrar al rey de Mallorca. Con motivo de su matrimonio, "El infante Juan dispuso que se le cantase en esta iglesia una misa de la Trinidad cada día, concediendo a cambio a los frailes un juro perpetuo de 4.000 maravedíes sobre la martiniega de Soria". Las bodas tuvieron una gran repercusión ya que junto con las tornabodas y los festejos de San Juan, todo en uno, duraron más de un mes, haciendo de esta ciudad una fiesta ininterrumpida. La primitiva iglesia de San Francisco debió de ser una iglesia de gran longitud, con las características de las Órdenes Mendicantes, pero de la que no ha quedado casi ningún rastro. En 1533 amenazaba ruina total y se planeó construir nueva iglesia en 1598, sustituyendo la iglesia románica por una gótica siguiendo trazas del cantero Francisco Collado; compuesta por una espaciosa nave, transepto, cabecera con tres ábsides pentagonales y capillas abiertas a la nave centra en las que estarían enterrados los componentes de las familias más linajudas de Soria, los Veras, Mariscales de Castilla, Barnuevos, Morales y Zapatas, Beltranes, Calderones, Heras y Aguileras. El día de la Conversión de San Pablo de 1618, se quemó todo el convento primitivo, excepto la iglesia y una zona que daba a la huerta. En este incendió también desapareció el archivo, con lo cual no quedó documentación que pudiera dar más pistas sobre sus orígenes y primera edificación. Entre los franciscanos ilustres que tuvieron alguna relación con este convento podemos citar a Fray Francisco de Sosa, General de los Franciscanos, que llegó a ser obispo de Canarias (1607), Inquisidor del Concejo Supremo y Obispo de Osma (1613). Los franciscanos también tuvieron un compromiso con la enseñanza en Soria. Allí existía una cátedra de Teología. En la cripta de la Iglesia del Salvador de Soria se conserva un cuadro que representa a uno de los lectores franciscanos de la cátedra de Teología del siglo XIX del convento soriano. A esta cátedra podían asistir estudiantes seglares. Durante la Guerra de la Independencia el brigadier José Joaquín Durán, ordenó en 1812 su destrucción, con la idea de evitar que los franceses pudieran fortificarse allí. En el incendió sólo se destruyó la capilla mayor y el crucero de la iglesia, quedando intacto lo demás y el convento. Después de la contienda los franciscanos se pusieron a reedificar el edificio de la Iglesia pero, por no tener fondos, se limitaron a mejorar la mitad de la nave central. En 1835 se produce la desamortización de Mendizábal y los franciscanos abandonan el convento, trasladándose a él, el también desamortizado Hospital de Santa Isabel quedando en posesión de la Diputación Provincial. Tras una pequeña charla con elo cura de la parroquia, decidí seguir mi viaje. En frente de este edifico se encunetra la Alameda de Cervantes, un enorme parque lleno de árboles, bamcos, fuentes... tras atravezarlo llegamos al museo de arqueología de Soria. Este por ser domingo era gratis y en él podemos encontrar piezas desde el Neolítico, edad de bronce, edad de hierro hasta los romanos... es grande y en media hora lo puedes visitar, os lo recomiendo. Horarios: Del 1 Octubre al 30 Junio: de 10:00 a 14:00 y de 16:00 a 19:00 Del 1 Julio al 30 Septiembre: abierto de 10:00 a 14:00 y de 17:00 a 20:00 Domingos y festivos: abierto de 10:00 a 14:00 Lunes Cerrado Para más información: http://www.sorianitelaimaginas.com/patrimonio/museo-numantino-soria Depués de la visita seguí por el Paseo del Espolón, tomando antes un café, hasta la calle el Collado, la cual me llevó hasta el palacio de los condes de Gomara, convertido hoy en palacio de justicia. Bajando unas escaleras y tras atravezar la travesía Cincco Villas llegué a la Concatedral de San Pedro. La colegiata de San Pedro, auténtica joya de la arquitectura románica castellana con la que cuenta la ciudad de Soria (España), acumula también el título de concatedral desde 1959, fecha a partir de la cual comparte la sede catedralicia con El Burgo de Osma. La primitiva iglesia pudo tener su origen en los años en que Alfonso I el Batallador, ocupado en los asuntos castellanos por su matrimonio con Urraca de Castilla, emprendió la repoblación de Soria (1109-1114). No ha quedado constancia arqueológica de la antigua iglesia pero si documental, calificada por la historiografía como "simple y rústica iglesia, [...] reducida parroquia". En los muros exteriores de la panda norte del claustro destaca una ventana con aspecto y disposición que recuerda a los huecos dobles y triples asturianos. Aparecen tres arquillos de medio punto con arquivoltas sogeadas seguidas de otras de puntas de diamante apean sobre dos columnas centrales y sobre las jambas del hueco. Los capiteles de las dos columnas representan rudas hojas acabadas en gruesos caulículos como bolas. Además debajo hay un arco de ventana muy mutilado, que según Gaya Nuño pudo ser de herradura, y hundida en el suelo lo que parece una portada de medio punto con los apoyos enterrados. En el muro norte también destacan dos pequeñas aspilleras románicas. La orientación, configuración de los muros y restos conservados, hacen pensar de una integración del primer templo románico en el claustro del templo románico monacal. Los textos de Marrón y según una inscripción que aparece en la capilla del Azogue, sitúan la datación de esta primera iglesia a más de 800 años de su reconstrucción en 1573, es decir, hacia 770, por lo que debería ser mozárabe. La iglesia fue donada por el concejo de Soria al obispo de Osma, Don Juan, el 26 de julio de 1148. En 1152 el obispo de Osma Don Juan donó la iglesia a los canónigos de la regla de San Agustín y elevó la iglesia a la categoría de colegiata. Constituidos los canónigos en comunidad monástica, decidieron derribar el templo antiguo y erigir uno nuevo. Para ello contaron con el favor de los monarcas castellanos, que se fue plasmando en numerosos donativos y privilegios. Al entrar en ella observas la grandeza de la misma, varias naves con columnas y bóvedas enormes, en toda ella observé el paso de la Semana Santa con todos sus tronos por desmontar. La entrada es gratuita menos su claustro que cuesta unos 2€ y merce la pena verlo. En este se observa el paso del románico y es junto con el de Silos una joya de este estilo. En el centro del jardín había un pozo, también observé las antiguas tumbas de los monjes. Pero lo que más experimente fue su silencio, el cual me teletransportó a otra época, era un escenario de paz... después de meditar y pasear por sus columnas de arco salí al exterior de la catedral para seguir mi camino, una de las cosas que me llamó la atención del edificio fue la imagen de la virgen de Guadalupe. Seguí por la calle San Agustín hasta un puente cercano que cruzaba el río Duero, a medida que me alejaba de la ciudad todo cambiaba, los edificios grandes dieron paso a la tranquilidad del bosque y al ruido del Duero. Llegados a este punto decir, que este paraje inspiró a poetas de la talla de Machado entre otros. Tras caminar por la N-234 llegué a un camino que me llevó a la ermita de San Saturio, aquel personaje que se hizo santo sólo por regalar dinero a los pobres, desde este cruce hasta la ermita hay unos 2 kilómetros, que no se hacen largos puesto que vas disfrutando del paisaje. Caminé un buen rato, atrvecé un puente muy bonito por donde pasa el tren y tras varios minutos andando por fin llegué. Se cree que los templarios de San Polo monopolizaba el acceso a la cueva de Peñalba sobre la que se construyó la ermita de San Miguel de la Peña, en la tradición dice que viviera el anacoreta visigodo San Saturio, santo patrono de la ciudad de Soria, bajo cuya advocación se encuentra el templo desde el siglo XVI y que, curiosamente, repite la estructura octogonal arquetípica del Temple. Inicialmente los restos de San Saturio reposaban en esta cueva encima de la que fue construida la ermita, pero al construirse el edificio religioso se trasladaron al altar mayor del templo. Su ermita actual se construyó a finales del siglo XVII, colgada sobre el roquedal al lado del Duero, "con desparpajo y valentía insignes y procurando para todas las generaciones venideras un impacto visual incomparable", señala Gaya Nuño. El arquitecto fue Pedro de Ajín, en pleno período barroco aunque la ermita es sobria en cuanto a la piedra, que no en lo que respecta a sus retablos y pinturas, en donde el barroco exultante está en su plenitud. Según cuenta la leyenda, cuándo Saturio llevaba viviendo treinta años en la que cueva en la que se asienta la ermita, vio a un joven (de nombre Prudencio) que intentaba cruzar a nado el río y le empezó a advertir de la peligrosidad de la acción. Cuando todo el mundo esperaba que el joven muriese ahogado por la corriente, llegó sano y salvo a la orilla. Es más, ni siquiera llegaron a mojar las aguas sus prendas. El joven subió hasta lo alto de aquellos riscos para solicitar su bendición y de paso pedirle permiso para quedarse a vivir con él. El edificio se encuentra metido literalmente en la roca de la montaña. Cuando entras lo primero que ves es una cueva que te conduce hacia unas escaleras que te llevan a varias plantas. En la primera planta encontramos el lugar donde el santo fue enterrado, en la segunda una descripción del lugar y en la tercera tenemos varias estancias: el lugar donde dormía, su despacho, la capilla toda pintada de símbolos bíblicos, un comedor con cvarios cuadros y un lugar para comprar regalos. Os recomiendo este lugar y venir caminando. Después de la visita cruce al otro lado del río y caminé en dirección al pueblo. Caminar junto al Duero fue una experiencia única, se respiraba paz, naturaleza... me recordaba a los pueblos del norte de la península, además el tiempo fue fresco y lluvioso. Tras más de media hora caminando llegué por fin a la calle NUestra Señora Calatañazor y desde esta hasta la calle Las Postas y desde esta a la calle Mayor que desemboca en la plaza del mismo nombre, donde se encuentra el ayuntamiento, la iglesia donde se casó Machado y donde hay una estatua de su mujer, y la fuente emblemática de la ciudad. DEspués de varias fotos seguí mi camino por la calle Collado, donde compré algunos dulces típicos de la ciudad. Al termianr de comprar y con mucha hambre me recomendaron un restaurante muy bueno de allí, Casa Garrido situado a pocos metros del museo y al lado del mercado de Abastos. Tras comer un buen chuletón de Soria y una tapa de boletus con alcachofa me encaminé de camino al coche para seguir mi ruta. Antes de acabar con mi viaje, decir que esta ciudad me encantó, me encantó caminar por sus calles y trasladarme a la época del románico tardío y del comienzo del gótico, ya que toda Soria está repleta de edificios de estas arquitecturas, sus calles son las típicas de las ciudades de la meseta norte, colores tristes, marrones, ocres... sus callejuelas no tienen mucha alegría, ambiente... y es que en esa parte de España poco luce el Sol. Me encantó andar a la rivera del Duero, señor del paso del tiempo y criador de los mejores vinos del mundo. Os recomiendo el paseo por este río hasta la ermita del tal San Saturio... Soria una tierra por descubrir , con uno de los monumentos más representativos, con su increíble gastronomía y cuna de muchas de las culturas más importantes del mundo como la romana, visigoda y árabe. Para más información: http://www.sorianitelaimaginas.com/

2 comentarios:

Artemy dijo...

....tío me encanta Soria, en especial el paseo junto al río Duero....

Tana dijo...

Hola Artemy, perdona que te conteste tan tarde, el paseo junto al río hasta la ermita fue para mí lo más bonito de Soria, saludos viajero

Copyright © 2012 TANA POR EL MUNDO All Right Reserved
Designed by Oddthemes
Back To Top