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SANTANDER, SANTI EMETHERII

Hoy mi blog irá dedicado a Santader. Es una ciudad situada en el norte de España, capital de la comunidad autónoma de Cantabria y, a su vez, del municipio homónimo. Es la capital de provincia y también la capital de comunidad autónoma más septentrional de España y una de las ciudades más importantes del norte del país. El municipio limita al norte con el mar Cantábrico, al Este con la bahía homónima, que lo rodea también por el sur junto al municipio de Camargo y al oeste limita con el municipio de Santa Cruz de Bezana. La historia de esta ciudad comienza con los romanos, cuando estos mismo le ponen el nombre de Portus Victoriae Iuliobrigensium, ya en época medieval Alfonso II, el Casto, fundó la Abadía de los Cuerpos Santos, en esa abadía se encuentran las cabezas de dos mártires de san Emeterio y san Celedonio, de donde proviene el nombre de la ciudad según los filólogos; Sancti Emetherii > Sancti Emderii > Sanct Endere > San Andero > Santendere > Santanderio > Santander. En el siglo XII, el rey Alfonso VIII de Castilla nombró al abad de San Emeterio dueño y señor del pueblo y dotó a la villa de fuero (similar al de Sahagún) que tendía a facilitar el tráfico marítimo, la pesca y el comercio. En los siglos siguientes la ciudad creció entorno a su abadía y dentro de su castillo fortificado. En el siglo XIII, participa y ayuda en la conquista de Sevilla, y consigue parte del escudo de armas que contiene las imágenes de la Torre del Oro y el río Guadalquivir. En 1497 llega la puerto de Santander, al armada de Flandes. Entre 1596 y 1597, otra epidemia de peste dejó la población en unas 800 personas. En 1754 la catedral y 1755 Fernando VI otorga a Santander el título de villa. Durante el reinado de Alfonso XIII Santander se convirtió en el lugar de veraneo favorito de la corte. En 1908 la ciudad construyó y regaló al rey el Palacio de la Magdalena. En 1893, tuvo lugar la explosión e incendio en el puerto de la ciudad. y en 1941 un incendio arrasa el casco antiguo. Tras dejar el coche en una enorme avenida, dimos un paseo cerca del mar. La ciudad a primera vista es impresionante por un lado el Cantábrico y por el otro edificios enormes de estilo neoclásico. Estatuas, turistas y pescadores se abrían a nuestro paso. El sol de primavera acariciaba nuestras caras mientras disfrutábamos de la ciudad.

Tras dejar le Cantábrico atrás un enorme edificio con un impresionante arco nos invitaba a pasar y descubrir las maravillas de la ciudad. Era el famoso Banco Santander.

Tras una caminata y buen café, hicimos parada obligatoria donde todo empezó, la Catedral de Santander, donde en su templo inferior se encuentra la cripta, un edificio de estilo románico y que guarda los restos de los dos mártires que mencioné antes. El silencio domina toda la cripta, la cual soporta el peso de la catedral gracias a arcos de crucería que descansan sobre capiteles y fustes románicos. Llegado a este punto siempre me pregunto, ¿quienes eran los beneficiarios del negocio de las reliquias?

La tarde llegaba a su fin, los tonos rosados de las pocas nubes se oscurecían mientras el Cantábrico, tranquilo por un día, se apagaba lentamente por el norte, al tiempo que nuestras mentes y corazones, llenos de algo que sólo los enamorados sienten, soñaban con aquella estampa, digna de los lienzos de alguno pintores barrocos. Hasta el Sardinero parecía enrojecerse.

Más adelante llegamos por fin, a un enorme parque donde encontramos a Feliz Rodrigues de la Fuente, aquel amigo de los animales que tanto nos enseñó.

Y por fin llegamos, delante de nosotros en aquella enorme península, se alzaba dominando el terreno, aquella joya del XX, el Palacio de la Magdalena, antigua residencia de verano de los Reyes de España. El lugar es ideal para soñar, para los amantes de la fotografía y para los enamorados... Allí soñé de nuevo y me deje llevar, mis sentimientos se fundieron con los de ella, bajo una pequeña llovizna sellamos nuestro amor bajo la atenta mirada de las luces de la Mgdalena.

La noche continuo entre anchoas del Cantábrico, cabracho y chacolí bajo la frase "no te rindas lo mejor está por venir"...

Y para terminar, nos fuimos a nuestro hotel, un hotel de cinco estrellas rodante, con el que tuvimos los mejores amaneceres y anocheceres. Con el sonido del Cantábrico de fondo, nos abrazamos, nos fundimos e incluso las estrellas se dieron la vuelta muertas de envidia, cuando vieron que nuestros besos brillaban más que ellas....