ALGATOCÍN, EN EL CORAZÓN DE RONDA
Hoy mi blog irá dedicado a Algatocín. Un municipio español de la provincia de Málaga, Andalucía, situado al oeste de la provincia en el Valle del Genal, siendo una de las poblaciones que conforman la comarca de la Serranía de Ronda. La historia de este pueblo comienza muy temprano ya desde la edad del Bronce con la presencia de los íberos, siglos más tarde se establecerán los romanos en Cerro Gordo y muchos siglos más los árabes, originando el actual nombre del pueblo, Al-Atusiyin o “el lugar de los Attus”. En 1485 pasará a manos cristianas y el siglo XVI estará marcado por las rebeliones moriscas y la presencia de la Inquisición. Pero antes en 1501,fueron vencidos los mudéjares tras la Rebelión de Sierra Bermeja. Su expulsión, en los casos de no conversión, provocó una leve disminución en la población de Algatocín y la desaparición de Benamahabú y Algatocín pasa a pertenecer al Señorío de Gaucín, cuyo primer titular fue Don Juan de Guzmán, duque de Medina Sidonia, en agradecimiento por los servicios prestados durante la Reconquista. El 13 de febrero de 1810 se celebra el acta de cabildo, se recoge el apoyo del pueblo al Rey en la guerra de la Independencia. Se demuestra la valentía de Sebastián Tinoco y en agradecimiento Fernando VII le da al pueblo el título de Villa. Mi viaje a este hermoso enclave comienza tras dejar la carretera que te lleva a Estepona, mi primera impresión es la de un pueblo muy pequeño, tranquilo y solitario. Sus calles estrechas, empinadas y laberínticas te guían sin rumbo, a través de sus blancas fachadas. A nuestro paso algunas casas parecen estar allí desde la fundición del pueblo y es que sus viejas paredes te indican que son la muda historia de lo que allí sucedió, entre ellas podemos encontrar algunas dieciochescas con sus escudos heráldicos. Casas señoriales, fachadas repletas de macetas, olor a leña y un silencio envolvente son los platos fuertes que te muestran este pueblo, un lugar idóneo para los amantes de la fotografía ya que su privilegiada situación muestra al turista unas vistas increíbles de la serranía de Ronda. Caminando llegamos a su iglesia, dedicada a la virgen del Rosario, un edificio religioso con una simple portada de medio punto en ladrillo con dos pilastras, a su lado, también de ladrillo, se levanta la torre de tres cuerpos, forma poligonal y rematada por cuatro vanos y un reloj. También se pueden ver multitud de gatos cerámicos en las fachadas de algunas casas. Un pueblo pequeño, pero bonito al que recomiendo visitar pero no quedarse ya que su oferta cultural no es muy amplia.
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